
Pulmón dañado por la tuberculosis
La tuberculosis, cuya abreviatura es TBC o TB, es la enfermedad infecciosa que más afecta en el mundo. Normalmente suele afectar a los pulmones, aunque también se detecta en el sistema nervioso, las articulaciones, el aparato gastrointestinal o el sistema circulatorio. Entre los síntomas más comunes de esta patología se encuentran los siguientes: tos con flema durante más de quince días (a veces con sangre), fiebre, sudoración nocturna, mareos momentáneos, escalofríos y pérdida de peso. El medio de transmisión de la tuberculosis es el aire, por lo que hace que sea una enfermedad de difícil control.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) calculó que a finales del siglo XX existían 8.500.000 casos de tuberculosis. Además de esto, otro de los puntos clave de esta patología es la mortandad que lleva asociada. En este sentido hay que echar mano de los datos de la OMS, que dicen que en el año 2006 más de un millón y medio de personas murieron a causa de esta enfermedad. Por todos estos motivos, y a coalición de una noticia recientemente publicada sobre el diagnóstico de la tuberculosis, he decidido hoy escribir sobre este tema.
Según publica el diario El País, la OMS ha lanzado una prueba rápida para detectar la enfermedad. Según dicen los expertos, la técnica que ha publicado la organización permite saber el resultado en menos de dos horas y sin tener que enviar las muestras a un laboratorio para que las analicen. Este puede ser un paso muy importante para erradicar la epidemia, ya que la mayoría de los países afectados son aquellos que no tienen infraestructuras para analizar las pruebas de tuberculosis. La verdad es que me parece penoso que tenga que haber un aumento de casos en los países desarrollados para que se investigue una forma más eficiente de detectar la enfermedad. Además, según se ha podido saber, la técnica no es exportable a todos los territorios, pues se necesita de un suministro eléctrico estable para poder llevarla a cabo. En definitiva, los países empobrecidos no serán los primeros en beneficiarse de esta nueva prueba (y eso que son los que más la necesitan).
La técnica permite conocer si la cepa resiste o no a una medicación, con lo que se pueden ahorrar miles de tratamientos para personas que no responden o lo hacen de forma negativa a estos. De momento, los países pobres, como casi siempre, tienen que esperar a los avances del mundo desarrollado.
Foto: Primicias