Según los datos manejados por la ONU en base a los cuales se establecieron los Objetivos del Milenio, en el año 2005 un total de 1.400 millones de personas vivían por debajo del umbral de la pobreza, situado en 1,25 dólares, y otros 2.700 millones de personas lo hacían con menos de dos dólares al día. Ahora, casi seis años después, la situación está lejos de haberse solucionado y los esfuerzos de los países más ricos por ayudar a los más desfavorecidos a salir de esta situación límite parecen dar pocos frutos.
Y es que , como bien expresaba la ONU en el informe preliminar de los objetivos del milenio, ser pobre en el mundo no quiere decir tener pocos ingresos. Ser pobre en lugares como las zonas más desfavorecidas de África y Asia implica no tener nada para comer, como les sucede al 40% de los africanos, no tener agua corriente, una situación que viven diariamente 2.600 millones de personas, o que 300 millones de niños mueran de hambre sin que sus padres puedan hacer nada por evitarlo.
La injusticia de estas cifras queda patente cuando parafraseamos al entonces presidente del Grupo del Banco Mundial, James D. Wolfensohn, quien en el años 2003 se dirigió a la junta de gobernadores de esta institución con las siguientes palabras: “En nuestro mundo de 6.000 millones de habitantes, 1.000 millones poseen el 80% del producto interno bruto (PIB) mundial, mientras que otros 1.000 millones luchan por subsistir con menos de un dólar al día. Este es un mundo falto de equilibrios”.
Falta el equilibrio también en la distribución de la pobreza entre hombres y mujeres. Así, pese a los esfuerzos de los gobiernos por promover la igualdad entre hombres y mujeres, lo cierto es que, según los datos de la ONU, la mayoría de los pobres en el mundo son mujeres.
Y los desequilibrios no se quedan ahí. Mientras que el Norte engloba la mayor parte de los países desarrollados, el Sur aglutina la mayor parte de la población mundial y también las mayores cotas de pobreza. Los países más pobres del mundo son, curiosamente, aquellos que gozan también de mayores fuentes de recursos naturales, como petróleo, minerales, reservas forestales, etc.. ¿Cómo se explica entonces su pobreza económica? En buena parte es obra del ser humano. Y de una política colonial en la que la riqueza de Norte se ha producido a costa del empobrecimiento del Sur, cuyos dirigentes han mirado solo por su enriquecimiento personal sin preocuparse de fomentar el desarrollo de sus territorios. Otra fuente más de injusticia y desequilibrio que ha llevado hasta la situación actual y que debería hacernos reflexionar sobre la necesidad de ayudar a los que menos tienen a escapar de su situación.