A pesar de que se había anunciado que el presidente del gobierno, Mariano Rajoy, no iba a comparecer ante la prensa para dar explicaciones sobre el rescate hasta un mes después del mismo, el Congreso de los Diputados le ha obligado a hablar esta mañana sobre las ayudas europeas a la banca española. En todo momento, el líder del Partido Popular ha evitado pronunciar la palabra rescate, algo que ha sido reprochado por todos los grupos parlamentarios: desde UPyD hasta el PSOE. En su intervención, Rosa Díez ha instado al gobierno ha asumir que España ha sido rescatada: “Tiene que enfrentarse a la realidad y enfrentarse a la verdad (…) Dígalo conmigo: rescate”, llegó a decir. Por su parte, el PSOE pidió que se realizara un “ejercicio de transparencia”, ya que las contradicciones entre lo que dice el ministro de Economía, Luis de Guindos, y lo que afirma Mariano Rajoy sobre si el rescate computa o no como déficit preocupan a los españoles.
Los socialistas prevén que el rescate conllevará nuevos recortes y subidas de impuestos como el IVA, ante lo que se defiende el gobierno afirmando que el problema es la herencia del gobierno anterior, dirigido por José Luis Rodríguez Zapatero, y la desidia de éste ante el deficiente sistema bancario del país. De esta manera, Mariano Rajoy ha afirmado que “no tenemos el mejor sistema financiero del mundo y ahora nos va a ayudar la Unión Europea con un crédito” y está luchando por hacer las cosas bien. Así pues, el gobierno del Partido Popular considera que la banca española ha recibido un “crédito” que tendrá que devolver, para evitar pronunciar la palabra “rescate”. Las reacciones políticas nacionales e internacionales ante tal manipulación de términos no se han hecho esperar.
De este modo, la credibilidad del gobierno sufre uno de sus peores baches. Así, la prensa internacional ha comenzado a presenciar incrédula tal juego de palabras. Por ejemplo, Lisa Abend, de la revista Time, tituló un artículo con el nombre de “Tú dices tomate, yo digo rescate” para hacer referencia a esta confusión de términos. Sin embargo, el problema no reside tanto en una cuestión de nomenclatura, sino en las previsiones de que los 100.000 millones de euros que necesita la banca española para recuperar fuerza serán insuficientes y que generarán más pobreza entre la población. El problema de fondo es que se sigue el mismo modelo de crecimiento. La solución no es invertir en ladrillo.
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