Es bien sabido que de la actual situación de crisis se dice que nos afecta a todos, pero como siempre sucede, la verdad es que hay a quienes le afecta más y, como es costumbre en estos casos, suelen ser aquellos que menos tienen los que se ven más perjudicados por la actual coyuntura.
Tanto es así que la ONU, a través de la Organización para la Agricultura y Alimentación (FAO), ya ha dado la voz de alarma. Y es que, según los datos ofrecidos por su presidente Jacques Diouf, si las cosas no cambian, pronto nos encontraremos sumidos en otra crisis alimentaria, de la que será difícil que escapemos a menos que los países desarrollados luchen por controlar los movimientos especulativos que parecen abocarnos al fracaso.
Y es que, tal y como alertase la propia organización el pasado mes, el índice de precios global de los alimentos ha alcanzado en diciembre máximos históricos que generan grandes desequilibrios entre productores y vendedores y que llevan a una inestabilidad del sistema que lo hace aún más frágil..
«Los elevados precios y la volatilidad continuarán en los próximos años si no conseguimos hacer frente a las causas estructurales de los desequilibrios en el sistema agrícola internacional», ha dicho Diouf al diario económico japonés ‘Nikkei’, donde ha abogado tembién por cambiar la manera en que se organiza el sistema de control para hacerlo mucho más transparente.
Concretamente, Diouf ha aprovechado la ocasión que le brindaba el ser entrevistado en este periódico para denunciar las barreras comerciales impuestas por los países desarrollados, que a su entender, distorsionan la balanza de la oferta y la demanda. Para corregir estos fallos, Diouf estima que se necesita invertir 44.000 millones de dólares (32.000 millones de euros) en planes públicos de desarrollo agrícola. El sector privado tampoco se libra de la necesidad de ayudar. Diouf estima que su aportación debe rondar los 200.000 millones (146.000 millones en euros) si queremos evitar lo que, hasta el momento, parece casi inevitable.
Y es que, aunque la crisis ha jugado un papel relevante en el empeoramiento del hambre en el mundo, lo cierto es que la quiebra de los mercados no ha sido la única responsable de esta situación. La situación alimentaria global se ha agravado por las catástrofes que han dañado la producción en países como Rusia y Australia, al tiempo que potencias emergentes, como China e India, siguen aumentando su demanda de alimentos.