Confianza, dícese de la esperanza firme que se tiene de alguien o de algo. Así describe esta importante palabra el diccionario de la Real Academia Española (RAE). Y es que la confianza es un requisito imprescindible para que cualquier relación funcione, sea del tipo que sea. Asimismo, una vez rota la misma, es muy difícil volver a recuperarla.
Además, si ya es complicado establecer una relación de confianza con una persona que conocemos, todavía lo es más con empresas y compañías a las que confiamos algo tan importante como nuestro patrimonio, el conjunto de todos nuestros bienes y derechos. Y más en los tiempos que corren, en los que a causa de la amplia oferta existente y de múltiples experiencias negativas que podemos oír diariamente en los medios de comunicación, resulta decisivo escoger una entidad fiable y segura.
Es preciso hacer una amplia búsqueda, seleccionando aquellas compañías con que nos aseguren, con amplia experiencia demostrable, un incremento del valor real de las inversiones a medio plazo; maximizando, al mismo tiempo, la rentabilidad desde un punto de vista fiscal. Porque una correcta gestión del patrimonio debe incluir también asesoramiento legal y fiscal.
Así es como opera Lombard Odier, cuyo modelo de transparencia está avalado por un largo legado. La entidad, consciente de una de las frases más célebres de Gandhi: «el capital, como tal, no es malo. Es el mal uso lo que es pernicioso. El capital es una forma u otra siempre será necesario», actúa en consecuencia.