El año pasado, los ciudadanos suizos fueron llamados a las urnas para decidir en referéndum si aprobaban la creación de una renta básica de 2.260 euros mensuales. La derrota de la propuesta fue estrepitosa, con un 77% de los votantes expresando su rechazo a la misma. Al margen de la contundencia del resultado, la votación fue un episodio más en el debate en torno a la necesidad o no de una renta básica universal. El Gobierno de Finlandia, por ejemplo, inicia 2017 con su propio experimento al respecto.
Coincidiendo con el arranque del año, 2.000 finlandeses mayores de edad y pertenecientes al colectivo de desempleados empezarán a recibir una asignación mensual de 560 euros. Dicha cantidad es totalmente compatible con cualquier otro ingreso lícito (aunque se trata de parados) y está libre de toda tributación. La prueba piloto se alargará durante dos años (hasta diciembre de 2018) e incluye a personas elegidas por sorteo y con edades comprendidas entre los 25 y los 58 años. Todo el mundo asiste expectante a los resultados del test.
Lógicamente, la dimensión del estudio obliga a relativizar las conclusiones que de él se extraigan y además este se lleva a cabo con unos condicionantes muy evidentes. En primer lugar, Finlandia es un país rico pese a los problemas económicos de los últimos años y, aunque su tasa de paro se acerca al 9%, su sueldo medio rebasa los 3.000 euros mensuales. Por otro lado, la rigurosidad presupuestaria y la reducida deuda pública confieren al Gobierno bastante margen para probar este tipo de iniciativas.
En cualquier caso, a buen seguro asistiremos a una enconada discusión entre los entusiastas y los detractores de la renta básica. La filosofía imperante en el experimento es que la automatización de los procesos productivos reducirá los puestos de trabajo. Consecuentemente, quienes solo aspiren a empleos de baja cualificación se verán seriamente afectados, siendo necesario dar respuesta a su situación para evitar estallidos sociales. Si la respuesta es una renta básica universal u otras medidas, es lo que se está estudiando.
Vía: El Confidencial.
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