Faysal Jabbaz Hamoui, representante sirio ante el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, abandonaba ayer el debate celebrado para abordar la violencia en el país. Además, ha exigido a todos los países «dejen de proporcionar armas» a los rebeldes que luchan contra las fuerzas de Bashar Al Asad, presidente de Siria.
Calificó de «estéril» la discusión y acusó de «incitar al sectarismo» religioso a los Estados, al tiempo que criticaba las sanciones «injustas y unilaterales» impuestas a Damasco, que no permiten que los sirios obtengan medicinas y combustible, ni tampoco realicen transferencias bancarias. Considera que la presión a Damasco para que permita la entrada al país de organizaciones de asistencia humanitaria es en realidad una forma de injerir militarmente a Siria y hacer un cambio de régimen. «Estamos ante un plan preestablecido para atacar al Estado sirio y sus instituciones bajo el pretexto de las necesidades humanitarias», dijo duramente, y criticó a todos los países que se hacían llamar amigos de Siria pero aprobaban las sanciones económicas.
«Volvemos a decir a los supuestos amigos del pueblo sirio que lo más sencillo que se puede hacer para ayudar inmediatamente al pueblo sirio es dejar de incitar al sectarismo, proporcionar armas y financiación y hacer que los sirios se enfrenten entre sí» fueron sus palabras en un debate a pedido de los países del Golfo Pérsico y Turquía, y respaldado por los países occidentales.
Al abandonar la sala, intervino el representante ruso, uno de los países junto a China que ha vetado el incremento de presiones a Siria. Guenadi Gatilov ha dicho que «la politización del debate no va a contribuir a solucionar la crisis en Siria» e hizo un llamamiento «a los grupos armados y a aquellos que les apoyan a impedir que se degrade aun más la situación humanitaria» en diversas ciudades de Siria.